lunes, agosto 17, 2009

UNIDAD II: Lenguaje del cine y lenguaje ético

A través del cine se adquiere una sensibilidad especial; en este sentido, podemos hablar de una sensibilidad cinematográfica, de una cultura cinematográfica y, por lo mismo, de una educación para el cine.

Educar para el cine implica aprender a ver cine: aprender su lenguaje, pero, principal y primeramente, aprender a ser espectador del mismo. El gran cine requiere de un gran espectador que haya aprendido el arte de contemplar (pedagogía de la admiración), de interpretar una obra que juega con tiempos y espacio, con escenografías donde nada es casual, con personajes, diálogos, sonidos y silencios, colores, movimiento, dramatización… El cine es arte que, como tal, nos exige sensibilidad y creatividad para entrar en diálogo con el mundo que sus autores nos ofrecen. Este curso, no tiene hoy como finalidad directa, específica, aprender a ver cine; aunque sí a través de su desarrollo, de la proyección de grandes películas, de nuestros comentarios, podemos ir afinando nuestra mirada cinematológica…y aprehendiendo y disfrutando de situaciones fílmicas (escenas o secuencias) de gran poder expresivo. ¿No es lo mismo que exige un mundo que quiere ser respetado, valorado, reconocido en su nobleza?

Para un conocimiento básico del lenguaje del cine, remito a un mayor y valioso material educativo que pueden encontrar en el sitio Web de Enrique Martínez-Salanova Sánchez, a saber, http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/lenguajecine.htm

“Existe una sensibilidad inicial para el cine, que se puede ir trans-formando en una cultura, en un hábito cinematográfico, en un saber que, a su vez revierte de nuevo en una mayor sensibilidad para el cine, y, en definitiva, para las cosas que el cine nos cuenta. He ahí el carácter educativo del arte cinematográfico”. (Carmen Urpi “La virtualidad educativa del cine” Ed EUNSA, Pamplona, 2000. Pág.137).


El lenguaje del cine es poesía de tiempos, espacios, sonidos y silencios, palabras, movimientos...

     Lenguaje fílmico

Pues bien, en este curso, subrayaremos “las cosas que el cine nos cuenta”, intentando aprehender a través de ellas, su poder formativo, esto es, valórico. Son los valores los que nos educan, cultivan; hacen ser mejores personas. La instrucción nos informa, enseña estrategias que desarrollan nuestras habilidades (la palabra de moda es “competencias”); la educación pone esa instrucción al servicio de la formación nuestra como personas más valiosas. Podemos hablar de educación cinematográfica, entonces, en un doble sentido:
1) Una formación en la técnica, historia, teoría fílmica que prepare al espectador para apreciar el cine.
2) Un ámbito de posible aprendizaje para la vida. El cine posee una virtualidad educativa.

Ver la entrada de blog "Evaluaciones" para aprender una forma de trabajar los valores encarnados en lo que se llama "la forja del héroe"
Música en el cine
Canciones en el cine

LA EDUCACIÓN COMO RETO MORAL
Somos seres morales; consustancialmente morales.
La relación organismo –medio se sustenta en una estructura natural que, de modo predeterminado, le permite responder las suscitaciones que afectan su viabilidad. El animal es un ser reactivo; su vida está limitada por la capacidad de reacción a los estímulos del medio; no tiene más opción que la permitida por su dotación biológica: es un ser “ajustado”. Por lo mismo, podemos afirmar que en el animal no hay error de respuesta, no hay responsabilidad; no tiene que justificar su respuesta porque en él no existe la posibilidad de optar. Al gato no le queda más que hacer uso de sus garras para apresar la comida, defenderse o atacar ¿El ser humano? Su gama de posibilidades es inacabable; sólo depende de sus conocimientos, imaginación, voluntad, moral....   Puedo hacer uso de mis manos para sembrar mi alimento, hacer uso de tecnologías para conservarlo por años, crear industrias para luego comercializarlo y que otros lo apresen por mí, puedo usar de cañas de pescar, rifles, trampas, importar y exportar alimentos, traspasando las barreras espaciales...
¿Qué acontece en nosotros?
Primero, nosotros no respondemos a una mera afección de estímulos suscitadores de nuestro organismo; pues nuestra capacidad de inteligir nos coloca ante estímulos que sabemos son reales. Precisando aún más, nos enfrentamos a realidades estimulantes y desde una realidad, la propia, que también la sabemos tal, ideamos un proyecto... Esta situación nos pone en un nivel de existencia que trasciende lo orgánico y lo inmediato, tanto espacial como temporalmente: una existencia que debe justificar sus respuestas ante sí y ante los que afecta.  Además, dado que somos conscientes de que esa realidad que nos estimula no se agota en esa estimulación; podemos pre-ocuparnos de ella y no sólo ocuparnos; podemos enfrentarnos a ella, esto es, ponerla frente a nosotros, de tal forma decidir qué hacer ante su estimulación y nuestras sensaciones, percepciones, impulsos: somos libres y, por lo mismo, responsables de la respuesta que demos.
La opción es consustancial a nuestra existencia; también entonces su justificación. Debemos dar razón por la acción elegida y por el rechazo de las demás. Es esta nuestra condición moral ineludible.
Tienes hambre... allí está la comida; pero no.... debes distribuirla para que todos puedan sobrevivir: Pre-ocupación, proyeco o planes, responsabilidad, consideración, fortaleza, prudencia, equidad... Todo eso y más en las decisiones tomadas por los 33 mineros...


Principios de la educación moral
1. Debemos conocer la realidad, para direccionar nuestra creatividad y optar por aquellas respuestas que impliquen “cultivo de” y no “destrucción de”: Dar la espalda a la realidad es una actitud suicida y homicida de la cual somos inevitablemente responsables.
“Es suicida ya que quien construye castillos en el aire, desconociendo el terreno que pisa, no tarda en caer en algún hoyo. La imaginación pueril como es sabido es la que se pierde en ensoñaciones sin punto de apoyo en la realidad, y después sucede que el niño, a fuerza de imaginar sin fundamento, se creyó Tarzán y se rompió el fémur pensando que saltaba de liana en liana. La imaginación creadora, por contra, la imaginación adulta, es la que se nutre de la realidad y trata de ampliarla proyectando desde ella. Por otra parte, desconocer la realidad y construirse la vida de espaldas a ella es también «homicida»: el que vive siempre en las nubes es un peligro privado y público, bien porque propone proyectos ilusorios, que acaban en la frustración de quienes se alistaron confiados, bien porque ignora si está causando daño o bien. Su ignorancia resulta en cualquier caso peligrosa.
Por eso conviene experimentar la realidad cotidiana, informarse, recurrir a las aportaciones de distintos saberes, y echar mano de la experiencia ajena a través de la literatura, el cine, las artes plásticas y unos medios de comunicación «bien administrados». Una mente abierta a los problemas y a las propuestas de solución ya existentes es esencial para una persona moralmente educada.” (Artículo en “Somos inevitablemente morales” de Adela Cortina Catedrática de Ética y Filosofía Política Universidad de Valencia http://www.zubiri.info/cortina.htm )
2. Debemos ser idealistas pero no utópicos o ilusorios: Un ideal es una idea de perfección de existencia generada desde una realidad que ha sido desentrañada por una inteligencia que respeta su ser y, por lo mismo, vislumbra caminos para su cultivo; distingue entre nutrientes y nocivos para la misma.
“Sería idealismo positivo considerar que la historia humana se construye también con ideas e ideales, y que es puro conformismo, dejación de humanidad, resignarse a pensar que no hay más cera que la que arde, aferrarse con uñas y dientes a la vulgaridad y la ramplonería, tachando de ilusos a cuantos intentan abrir nuevos horizontes. (…). Una cosa es soñar utopías cuyo fracaso conduce a la frustración de los ideales por los que nacieron, otra bien distinta ampliar el ámbito de la realidad posible, para encontrar siempre ante cualquier problema una salida. Los enigmas excitan la imaginación y la razón creadoras; las aporías, los callejones sin salida bloquean las capacidades humanas y acaban matando el impulso vital.” (Ibíd.)
Quienes de espalda a la realidad elevan una idea preconcebida como ideal, caen en un utopismo relativista, direccionado por intereses particulares, por ansias de poder o dominio sobre la realidad para su consumo o apropiación. Quienes dan la espalda a la realidad intentarán por todos los medios promover una masa de hombres no pensantes, co críticos, no creativos, sin ideales, sin convicciones morales: seres manipulados pero no educados.
3. Para educar en responsabilidad, debemos educar desde la realidad de un ser humano “situado”, que nos permita cumplir con aquellos tres momentos éticos de que habla Ignacio Ellacuría: hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de ella para que sea como debe ser.
«Hágase usted cargo» -decimos cuando pretendemos que alguien comprenda bien una situación antes de decidir, no sea cosa que tome una decisión de la que después podría arrepentirse. «Cargue usted con las consecuencias» decimos cuando queremos mostrar a alguien que es a él a quien van a pedirse responsabilidades de lo que sucede, porque es quien toma la decisión, por mucho que quiera escabullir el bulto. «En definitiva es usted el encargado» decimos cuando el responsable se esfuerza por pasar la pelota al superior, al inferior, o al sistema en su conjunto. Asumir estas tres obligaciones con la realidad social en la que ya estamos implantados es lo contrario de encogerse de hombros alegando que, a fin de cuentas, «no soy guardián de mi hermano.  Lo cierto, es que quien intenta eludir la realidad o no darse por enterado de ela y de su incumbencia, es claro que lo que hace es practicar una moral de irresponsabilidad, "que a la larga acaba pagándose. Y digo el impersonal «se» con plena conciencia, porque, lamentablemente, no siempre es el irresponsable quien paga las malas consecuencias, sino otros más débiles que él.».(Ibíd.)
4. Educar es enseñar a descubrir y amar los valores – verdad, bien y belleza- de tal modo sean asumidos como principios de vida. Asumidos los valores, pasan a configuran nuestro ser conforme las virtudes. Es la educación como actitud de vida, donde el bien es bondad, la verdad es veracidad y la belleza es éxtasis.
       
4. Educar es enseñar a descubrir y amar los valores – verdad, bien y belleza- de tal modo sean asumidos como principios de vida. Asumidos los valores, pasan a configuran nuestro ser conforme las virtudes. Es la educación como actitud de vida, donde el bien es bondad, la verdad es veracidad y la belleza es éxtasis.
De acuerdo con lo expuesto, la educación, desde una perspectiva ética, es una forma de realización de nuestra existencia, acorde la asunción de los auténticos valores. En este sentido, la educación implica nuestra realización moral; una vía de perfeccionamiento voluntario; de búsqueda, descubrimiento y realización de los más altos valores. Educarse implica el reto de ascender en honestidad, en bondad de ser, en mérito de ser; implica, por lo mismo, la realización de virtudes.

           
Ahora bien, llamamos virtudes morales a las diversas formas que presenta la realización del bien, acorde las situaciones que debemos enfrentar durante el desarrollo de nuestra existencia. Así, hablamos de virtudes naturales cardinales o derivadas y de virtudes teologales o sobrenaturales. La educación en este sentido implica un reto moral, pues el bien no siempre es fácil de distinguir del mal; como tampoco es fácil superar la comodidad, conveniencias o placeres inmediatos que puede ofrecer el aparente bien o mal. Muchas veces el ser humano distingue entre lo bueno y lo malo, lo correcto o incorrecto; pero por debilidad cae en los vicios. Mientras las virtudes implican una real realización del auténtico ser que somos; los vicios implican una falta de auténtica realización que puede ocultarse tras la fachada de bienestar, poder, tener o placer.

            Prudencia, Fortaleza, Templanza, Justicia son
las virtudes que llamamos naturales “cardinales”, por cuanto como los puntos cardinales, indican un camino de corrección a seguir (un camino educativo). Cada virtud cardinal se puede expresar a través de diferentes virtudes que , entonces, son llamadas “derivadas” La adjetivación de “naturales” es para diferenciarlas de las virtudes teologales o sobrenaturales que dicen relación directa con Dios, pues en Él tienen su origen y destino; así las virtudes de la fe, esperanza y caridad (camino de gracia, revelación y santidad).  Imprudencia, Debilidad, Intemperancia e Injusticia; Infidelidad, desesperanza y odio, son las nominaciones que damos respectivamente a los vicios que caracterizan una existencia por oposición o ausencia de las respectivas virtudes. El estudio de la educación en relación con las virtudes teológicas y con el sentido final de la existencia o llamado Bien Final o Último, puede dar lugar a una perspectiva teológica de la educación. 


 La prudencia es la virtud del saber pensar para decidir en forma correcta.  Si no sé distinguir entre el bien y el aparente bien o mal o entre un bien mayor y otro mayor, no podré ser fuerte, templado ni justo; pues dirigiré mis fuerzas hacia lo incorrecto y caeremos en insensatez, astucia, avaricia, prepotencia, irascibilidad, vanidad, ostentación, etc. 
Virtudes derivadas de las cardinales (son formas de expresar la prudencia, fortaleza, templanza, justicia, son: Consideración, saber dar y pedir consejo, prudencia corporal, eutrapelia, orden, solidaridad, colaboración, generosidad, magnanimidad, justo anhelo, humildad, obediencia, sobriedad,  autenticidad, fidelidad, agradecimiento, responsabilidad, paz, laboriosidad, perseverancia, ecuanimidad y otras.

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